Mañana, el Parlamento Europeo se dispone a aprobar la retirada de la UE del Tratado sobre la Carta de la Energía (TCE)*.

Los Socialistas y Demócratas han impulsado este proceso para garantizar que la UE no participe en un tratado que no se ajusta a nuestros objetivos climáticos ni a nuestras normas de inversión. Incluso la reciente modernización del TCE se queda corta en cuanto a los objetivos del Pacto Verde Europeo y los objetivos climáticos internacionales, incluido el Acuerdo de París. Deja protegidas las inversiones en combustibles fósiles. Conforme a las normas de la Carta de la Energía, todavía vigentes, las empresas energéticas pueden interponer demandas contra los gobiernos, por ejemplo en caso de que las decisiones de un gobierno restrinjan el uso de combustibles fósiles.

Inmaculada Rodríguez-Piñero, portavoz del Grupo S&D en materia de comercio internacional, ha declarado:

“¡Más vale tarde que nunca! La UE por fin va a salir del obsoleto Tratado sobre la Carta de la Energía. El Grupo S&D ha encabezado los esfuerzos para que esto ocurra, ya que creemos que, a pesar de la reforma, el TCE sigue comprometiendo la lucha contra el cambio climático y la transición ecológica. En particular, obstaculiza los esfuerzos para deshacernos de los combustibles fósiles, y deja la puerta abierta a procesos de arbitraje privado costosos e innecesarios. 

“Lamentamos que no haya sido posible una retirada coordinada de todos los Estados miembros del Tratado sobre la Carta de la Energía, una opción que llevábamos tiempo pidiendo, puesto que algunos Estados miembros de la UE desean seguir siendo parte en el Tratado. Como Socialistas y Demócratas, seguiremos trabajando para adaptar nuestros acuerdos a la lucha contra el cambio climático, así como para desarrollar normas modernas y transparentes para resolver los litigios”.

Jens Geier, negociador del Grupo S&D en la comisión de Industria, Investigación y Energía, ha añadido:

“Ya era hora de que la UE se retirara del Tratado sobre la Carta de la Energía. Nuestra Unión se comprometió con el despliegue de las fuentes de energía renovables y este Tratado suponía un obstáculo para alcanzar este objetivo. Es algo que atenta contra los intereses estratégicos de nuestra industria y nuestra ciudadanía de reducir considerablemente nuestra dependencia de la importación de combustibles fósiles de terceros países. En un mundo turbulento en el que la UE desea aumentar su autonomía, ya no nos interesaba seguir siendo signatarios de este obsoleto texto legislativo internacional”. 

*Nota para los redactores/as:

El objetivo inicial de este acuerdo internacional, que entró en vigor en 1998, era proteger las inversiones en el sector energético. Entre otras cosas, contiene disposiciones sobre protección de las inversiones y resolución de litigios de inversiones. 

Amparándose en el TCE, las empresas pueden intentar reclamar indemnizaciones a los gobiernos que frustran sus inversiones. Lo hacen a través de la denominada resolución de litigios entre inversores y Estados (ISDS, por sus siglas en inglés), un mecanismo de arbitraje privado. Esto ha permitido que las empresas contaminantes desafíen la acción por el clima en tribunales secretos, lo que provoca un peligroso efecto paralizante en las políticas climáticas.

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Miembro
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