Los trabajadores son la columna vertebral de nuestras sociedades; la lucha por sus derechos sigue estando en el centro de la agenda socialdemócrata.

Los sindicatos y los partidos obreros solían conseguir dominar el capitalismo nacionalmente. Sin embargo, en la era de la digitalización y el empleo transfronterizo, debemos –y podemos– conseguirlo ahora a nivel europeo.

En un momento en que la movilidad laboral es cada vez mayor es sumamente importante disponer de procedimientos claros que las empresas sigan cuando quieran trasladarse a otro Estado miembro. Cuando las empresas se expanden a otro Estado miembro para realizar una actividad económica que es auténtica pueden impulsar el crecimiento y crear nuevos empleos. Sin embargo, demasiado a menudo las empresas trasladan su sede de forma artificial buscando protecciones laborales o tipos impositivos que sean inferiores.

No podemos aceptar un sistema laboral que deja a millones de personas sin seguridad ni derechos sociales y sin un ingreso garantizado.  

Las personas se merecen certidumbre respecto a sus ingresos y las horas que tienen que trabajar. Es la base sobre la que construir una vida. Los gobiernos de derecha hacen todo lo que pueden para bloquear ese avance; pero nunca dejaremos de luchar por una protección fuerte de todos los trabajadores y las trabajadoras.

Queremos establecer salarios mínimos en toda Europa, lo cual permitirá que las personas tengan vidas dignas en sus respectivos países, y abolir la brecha salarial por razones de género, de forma que nuestras hijas ganen lo mismo que nuestros hijos por realizar el mismo trabajo. También debemos reducir los altos índices de paro juvenil que persisten en muchas partes de Europa.