Abordar las secuelas económicas y sociales inmediatas de la pandemia y preparar un futuro común que sea sostenible y de prosperidad compartida, bienestar y resiliencia.

El brote de la COVID-19 ha hecho estragos en Europa y el mundo, infringiendo un dolor irreparable a muchos miles de personas. La magnitud de esa crisis, que se desplegó rápidamente, cogió por sorpresa a la Unión Europea y a los Estados miembros. Si se hubieran aprendido todas las elecciones de la crisis financiera anterior, la Unión Europea habría estado preparada y equipada para responder a esta nueva crisis de forma rápida, colectiva y efectiva. Sin embargo, faltando instrumentos europeos contundentes para llevar a cabo una acción común, la crisis ha expuesto la fragilidad de nuestras herramientas y capacidades de gobernanza económica y social común ante un desafío como éste, en un momento en el que la única respuesta es una acción pública decisiva que esté en línea con nuestros valores democráticos compartidos.